Todos conocemos la importancia del color en nuestras vidas, aunque generalmente lo relacionamos más por la estética que éstos nos aportan, que por el verdadero fin emocional que presenta. De esta forma, nos movemos por gustos sin antes tener en cuenta las sensaciones en relación al uso que queremos obtener de cada estancia. A parte de los factores emocionales que influyen en la percepción de los colores, éstos también ofrecen unas funciones empíricas como la iluminación y la sensación de mayor espacio, entre otros.
Estas características filtradas por el ojo humano y enviadas al cerebro son interpretadas de una forma u otra, tanto a nivel emocional como sensorial. Es por ello, que el análisis de la colorimetría y la adaptación al hogar de la misma según las circunstancias, es fundamental. |
¿A qué nos referimos cuando hablamos de colorimetría?
Lo primero es definir qué es este concepto que parece conocido, pero cuya complejidad aplicada en la vida diaria es difícil de abordar. La colorimetría es la ciencia que estudia la medida de los colores y que desarrolla métodos para la cuantificación de la percepción del color. Hasta aquí todos conocemos el término, ya que parte de la necesidad de estandarizar el color para poder clasificarlo y reproducirlo, sin embargo, encontramos una vertiente mucho prolífera, esta es, la enfocada al mundo de las sensaciones y la interpretación psicológica de las mismas.
Definiciones de colores como el rojo que representa amor y pasión, simbolizando fortaleza, pasión y energía, sin embargo, hay colores cuya influencia cultural puede hacer bailar el significado como puede pasar con el blanco que en occidente simboliza pureza y vida y en oriente luto y muerte. Pese a ello, en este aspecto también tenemos ciertas claves universales en lo referente a las emociones que nos evocan convivir con diferentes tonalidades.
Psicología del color
Tras esta pequeña introducción para situarnos, es el momento de meternos de pleno en la psicología del color, definido como el estudio del análisis del efecto del color en la percepción y en la conducta humana. Una consideración habitual en disciplinas como el diseño, la arquitectura, la moda, la publicidad o el arte en general. Este tema ha sido abordado por filósofos como Aristóteles, científicos como Newton o Goethe e interpretados por parte de la psicología de mano, por ejemplo, de la socióloga y psicóloga Eva Heller.
Asimismo, es destacable el Test de Lüscher, elaborado por el psicoterapeuta suizo Max Lüscher, donde, de forma proyectiva se puede evaluar el estado psicofisiológico de una persona, su forma de afrontar el estrés y otras características estables de su personalidad. Una prueba infalseable donde el observado juega con una limitación de 8 colores o una prueba ampliada con una elección pormenorizada de tonalidades.
De esta forma, enfocado a las sensaciones que las distintas gamas pueden aportarnos en el hogar y partiendo de los estudios anteriormente mencionados, podemos destacar cómo los colores fríos en su gama azulada están relacionados con la concentración y la funcionalidad, así como la serenidad. Los verdes aportan confianza, perseverancia, frescura, están relacionados con la naturaleza, la tranquilidad y la positividad de mano de la esperanza e inspiran tolerancia y juventud. Los tonos violetas están relacionados con la singularidad, la sensibilidad, vinculados con una unión íntima y erótica de fantasía y fe. Los tonos grises están asociados con conservadurismo, modestia, reflexión, soledad e inseguridad.
Pasamos a evaluar la influencia en nuestro estado de ánimo de la gama de tonos cálidos comenzando con el rojo; un color que inspira energía, actividad, dinamismo, erotismo y energía, pero también agresividad e ira, es un color cuya influencia en el nerviosismo y la agitación del que lo observa es destacable. El amarillo presenta unos efectos de alegría, optimismo, energía y amabilidad. Los tonos naranjas representan sensaciones similares a los amarillos, añadiendo percepciones de cercanía y sociabilidad. Los tonos rosas evocan romanticismo, ternura, delicadeza, sensibilidad, erotismo e ilusión. Por su parte, los tonos tierra, es decir, los marrones, evocan sentimientos de antipatía con connotaciones negativas como la pereza, lo anticuado o lo anti erótico, así como estar relacionada con lo referido a los sentidos corporales.
Los negros inspiran sentimientos de misterio, elegancia, sobriedad, poder, así como los culturalmente relacionados con el duelo y la maldad. Los tonos blancos por su parte, infunden sentimientos de pureza, honestidad, novedad y objetividad.
De esta forma, todas estas inspiraciones nos darán la base a la hora de incluir en un mayor o menor porcentaje el uso de los distintos colores en función de los sentimientos que queramos despertar en nuestro hogar.
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